La noche del domingo volvía hacia mi
piso, aún había luz natural y fumaba un pitillo con desgana con
intención de dar dramatismo a la escena. Los tranvías pasaban con desdén
por un lado y en el otro el lago, yo con una camiseta del Girona y los ginebrinos mirándome con aversión.
Cabreado y triste. Por un mísero minuto
el Girona no estaba en primera división. Sabía que no encontraría el
consuelo ni en la oficina, ni entre machos futboleros “¿El Girona, en serio? Va macho, ni te ralles.”
Ellos nunca lo entenderán. Por que es cierto, el Girona tiene un
estadio pequeño, una afición que casi nunca llena el estadio y ningún
titulo. Somos como Huffelpuff.
Entonces, ¿Por qué soy del Girona?
1º-El Girona estuvo ya
en junio del 36 a punto de subir a primer división. Tenía toda la pinta
que el mismo plantel subiría en la temporada 36/37, pero aparentemente a
un General de las Islas Canarias no le hizo mucha gracia y bueno…
guerra civil. Aquel Girona cayó en el ostracismo hasta la década de
2010. Los críticos dirán que la relación entre la Guerra Civil y el
Girona no está demostrada. Bueno, yo no veo otro motivo por los cuales
el Girona no haya estado nunca en Primera.
2º-El Municipal – me encanta pensar que es un estadio municipal- de Montilivi
está haciendo una labor espectacular en pro de la conservación, uso y
reinvención de los insultos en catalán. Montilivi se erige como un oasis
en una Cataluña en la que creíamos que ya se habían instalado
definitivamente los insultos españoles, cuando no la asimilación. No
negaré que también se oyen “fuera”, “h********a” y otras variables. No
obstante, prometo haber oído insultos como “mal-parit”, “carallot” y “tros d’ase”
que de la boca de un payés de Cassá suenan incluso ofensivos. Poesía en
sus labios y lágrimas en mis ojos. Eso solo en el Municipal de
Montilivi.
3º– Los patrocinadores
del Girona. Pequeñas perlitas que conectan como pocas cosas el deporte
de élite con el aficionado de a pié. Con todo el respeto por Qatar Airways,
pero que el restaurante del lado de tu casa patrocine parte de la
camiseta y que la tienda de neumáticos del lado del colegio patrocine
los cambios es espectacular. Pneumàtics Perelló nos ha dado
muchas alegrías. En el ciclismo los aficionados están en contacto casi
físico con los deportistas, pero el Girona es el único equipo de élite
capaz de citar tu carnicería favorita en medio del partido.
4º. Siempre hemos
tenido jugadores que han sido dignos de mención y argumentos suficientes
para fidelizarte al club. Mención especial a la “rata” Kiko Ratón, pura
pirotécnia, héroe de la permanencia, proveniente del Iraklis griego,
tan voluntarioso como desmañado. Comentar que Kiko Ratón llegó el mismo
año a Girona que Cristiano al Madrid, cuando este era CR9. Evidentemente
las comparativas no se hicieron esperar. Aún recuerdo con nostalgia
aquel grupo de Facebook “¿CR9 o KR9?”. Debate aún vivo en Girona.
Por no mencionar la labor de cementerio
de elefantes… bueno tampoco tan elefantes, pero Jurquera y Gerard se
retiraron en el Girona.
5º. Girona mantiene aún
la noble tradición de motear algunos de sus jugadores. Del equipo
actual, “Calamar” Amagat, “Mathieu” Lejeune o Pere Pons “el de San Martí
Vell”, ¿es o no es entrañable? Sin obviar a leyendas como “la bala del
Estartit” Xumetre o el “Torito” Acuña. Considerando que ya había
existido un “Toro” Acuña en la Liga española tenemos que reconocer que
con este último no nos rompimos la cabeza.
Joaquín Sabina decía
muy gráficamente a propósito de Podemos que le recordaba a cuando a
alguien le gusta el culo, el cuerpo y la cara de una chica por separado,
pero que no le gustaba el conjunto. A mi me pasa justo lo contrario con
el Girona, me gustaría tener mejores jugadores, más afición y más
títulos pero en conjunto cómo me gusta mi Girona. Un poco como decía Roosvelt sobre Somoza, “es un hijo de puta, pero es nuestro hijo de puta”.
Ai, Girona a ver si subís…